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lunes, 24 de mayo de 2010

Guillermo el Mariscal y Eomer Eadig. Aproximaciones al caballero medieval a través de la literatura fantástica de Tolkien

Señoras y señores, a petición de Teore, publico mi trabajo final de Historia Medieval. Creo que pudo ser muchísimo mejor pero en medio de una huelga de neuronas uno hace lo que puede xD
Cualquier comentario, adelante, ya se lo entregué al profe pero igual es importante escuchar opiniones!!! Ah, y todo aquel ser del cyberspace que quiera usar algo de su contenido, por favor no olvide citar a su autor, es decir, a mi.
No siendo más, los dejo disfrutar del texto.

Guillermo el Mariscal y Eomer Eadig.
Aproximaciones al caballero medieval a través de la literatura fantástica de Tolkien.

1.    De la Tierra Media y su inspiración medieval

Antes de dar comienzo al análisis de las figuras de Guillermo el Mariscal y Eomer Eadig, es preciso aclarar que este último es un personaje proveniente de la obra El Señor de los Anillos, del escritor y filólogo inglés John Ronald Reuel Tolkien, y que esta novela, si bien no es un texto estrictamente medieval, sí posee una fuerte influencia de la antigua narrativa anglosajona y escandinava, en las que se inspira para crear el mundo fantástico de la Tierra Media y Aman.

Beowulf, El cantar de los Nibelungos, los Eddas, el Kalevala o la Saga Arthuriana, relatos con los que Tolkien creció y a los que, años más tarde, dedicó largas jornadas de estudio, fueron fundamentales en el desarrollo de su Legendarium, la mitología de la Tierra Media, contextualizada en el entorno medieval y épico de las sagas y cantares. Ejemplo de ello es el propio nombre, Tierra Media o Middle-Earth, forma moderna de un término ya existente en el inglés antiguo (middanġeard) y en el nórdico antiguo (midgard)[1]. En el caso de la mitología nórdica, Midgard es el nombre que recibe el mundo de los hombres, la tierra, y que fue adaptado por Tolkien para describir la parte de Arda, el mundo, ubicada al este de Belegaer, el Gran Mar, que incluye a Harad y las Tierras Oscuras más allá del mar oriental, hogar de hombres y enanos. Los elfos y demás criaturas tienen orígenes ligados a otros espacios pero este trabajo no se concentrará en ello.

Sin embargo, no se puede suponer que el universo recreado en la obra de Tolkien sea una copia del mundo medieval europeo o de las sagas y demás historias medievales; Tolkien se nutrió de ellas y tomó elementos característicos de la época, no para convertir la Tierra Media en una forma idealizada de la Europa medieval, sino para darle una identidad propia[2]. La Tierra Media posee su propia historia, mitología, cosmogonía, literatura, lenguas y geografía, es  nuestro mundo llevado a un tiempo histórico imaginario; según el mismo Tolkien “tiene un aire de familiaridad, si bien algo glorificado por la distanciación en el tiempo”[3].

2.    De los Eorlingas

Se podría pasar por alto el análisis de los Eorlingas, el grupo humano al que pertenece el personaje de Eomer, pero se correría el riesgo de descontextualizar su figura y la estrecha relación que esta guarda especialmente con los pueblos escandinavos, su literatura y su mitología.

Rohan es uno de los reinos de humanos que habitan la Tierra Media. Está ubicado en la zona central del noroeste del continente, entre el Anduin o Rio Grande, el Isen o Río de Hierro y las Ered Nimrais, las Montañas de Cuernos Blancos. Fue cedido por Cirión, Senescal de Gondor, a Eorl y su pueblo luego que estos desempeñaran un papel fundamental en la defensa del norte contra los hombres salvajes. De Eorl, su primer rey, se deriva el nombre con que ellos mismos se denominan, Eorlingas, mientras que Rohirrim es el nombre dado por los hombres de Gondor y significa Señores de los Caballos, dada la estrecha relación de este pueblo con dichos animales.

Los Eorlingas, exceptuando el hecho de ser jinetes, tienen una similitud sorprendente con los pueblos escandinavos y anglosajones contemporáneos a la llegada de la cristiandad. Su apariencia (“hombres de elevada estatura y mujeres hermosas, valientes todos por igual, fuertes, de cabellos dorados y ojos brillantes”[4]), su organización política y su cultura guardan una estrecha relación con prácticas medievales paganas, mientras que su lengua está inspirada en el inglés antiguo.

3.    Guillermo el Mariscal y Eomer Eadig el Bendecido. Comparaciones desde la caballería.

Tomar la figura de Guillermo el Mariscal y realizar un ejercicio comparativo con un personaje de ficción inspirado en las figuras caballerescas medievales no es tarea fácil, aun así este trabajo pretende, como menos, lograr un primer acercamiento al modelo del caballero en la persona de Guillermo y señalar las similitudes o diferencias que puede tener con el personaje de Eomer Eadig, una de las figuras que mayor simpatía despierta en la novela El Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien.

Los orígenes de Guillermo son algo difusos; la memoria no guarda datos exactos sobre su fecha o lugar de nacimiento, y su genealogía se detiene de manera abrupta en sus abuelos. Por su línea paterna se sabe que su abuelo y su padre fueron Mariscales en la corte del rey Enrique I, y que, a la muerte de su progenitor, siendo el cuarto hijo y sin posibilidades de heredar, fue enviado a Normandía, a la casa de Guillermo de Tancarville, primo de su padre, para que este le criara y educara en los principios caballarescos.

Diferenciándose de Guillermo, el personaje de Eomer posee una genealogía fácilmente rastreable. Sus abuelos fueron el Thengel y Morwen de Lossarnach, señores de Rohan. Su madre fue la menor de las hijas del rey, Theodwin, quien contrajo nupcias con Eomund del Folde Este, Primer Mariscal de la Marca, y de la unión nacieron Eomer y Eowyn, la que más tarde se conocería como La Señora del Brazo Escudado. Huérfanos de padre y madre y sin haber alcanzado la madurez, son recibidos por su tío materno, el rey Theoden, quien los cría como a hijos y, tal como ocurre con Guillermo, es el encargado de iniciar a su sobrino en el arte de la guerra y la caballería.

En este punto es interesante señalar como la figura del tío reemplaza a la del padre, bien sea por tragedias personales o por costumbres de época pero, en el caso de Guillermo, era necesario rivalizar con los demás sobrinos de su tío para ganar su amor y asegurar su subsistencia. De modo contrario, Eomer no necesita de rivalidades ni luchas, él y su hermana son criados en Edoras con su primo Theodred, heredero al trono, en igualdad de condiciones.

Tras un periodo de ocho años de aprendizaje y habiendo llegado a la veintena, Guillermo recibe la espada de parte de su tío, la señal que marca el verdadero comienzo de su vida como caballero. Eomer, por su parte, recibe el título de Tercer Mariscal de la Marca a la edad de 26 años, y le es encargada la seguridad del Folde Este, antiguos territorios dominados por su padre.

Para Guillermo, esta entrada al mundo de la caballería debe ser oficializada mediante el ingreso a los torneos, en los que debe demostrar que es realmente digno, debe dar cuenta de su valor, al tiempo que se ve obligado a buscar su propio sustento, a “girar por la tierra” para hacerse a un nombre y ganar lo suficiente para sobrevivir, pero nunca sólo, la soledad es vergüenza. Lamentablemente, ninguno de los textos de Tolkien da cuenta de la existencia de torneos o justas en la Tierra Media, por lo que, en este punto, las historias de Eomer y Guillermo toman rumbos ajenos.

El auge de la circulación monetaria es, sin duda, uno de los elementos más importantes en el análisis de la vida de Guillermo puesto que, si bien la figura del caballero es la de aquel que nada guarda, la que nada conserva, depende del dinero para hacerse a armaduras, caballos y ayudantes (y comida y descanso) que le ayuden en su camino a la obtención del reconocimiento social.

Este intento por escalar posiciones se refuerza mediante las alianzas familiares y la tradición en la que los tíos, como ya se vio, juegan un papel fundamental. En este caso, Guillermo busca asociarse con el hermano de su madre, Patricio de Salisbury, quien tiene la obligación de amarle y ayudarle en su carrera caballeresca.

Pero el éxito y el reconocimiento también son peligrosos para los caballeros. Tanto Eomer como Guillermo ven perder el amor de sus señores por las palabras malintencionadas de quienes se encuentran cerca al rey. Guillermo es acusado de acostarse con la reina, mientras que Eomer es señalado de desobediencia y debilidad, lo que los obliga a dejar la corte de forma vergonzosa. Aun así, a pesar de la deshonra, Eomer y Guillermo no dejan de lado sus obligaciones con su señor, bien sea vigilando territorios acosados por enemigos, como lo hace Eomer, o acudiendo a los torneos y justas, luchando bajo el estandarte del rey, y ganando, aumentando así el valor del equipo de su señor y el suyo propio.

Este tipo de comportamientos es una clara evidencia de la llamada ética de la caballería, cuatro obligaciones principales que todo caballero debía cumplir sin importar las consecuencias. La primera de ellas es la fidelidad, la obligación de cumplir con su palabra. Esta norma ayudaba a estructurar el mundo jerarquizado de los caballeros, situándolo en el centro de la estructura sostenida en su propia fidelidad, y en la que la lealtad primaria era hacia los amigos más cercanos, aun cuando fuera contraria a la de los amigos lejanos. No obstante, estas prácticas contradictorias no debían afectar las amistades.

El segundo principio es el deber de actuar como hombre de “pro”, de combatir y vencer conforme a las normas estipuladas, en las que los hombres de armas no debían rebajarse al nivel de los villanos ni “raposear” a sus contrincantes, debe luchar con honor y temeridad. El caballero no debe usar artimañas para vencer, no debe esconderse, debe hacer frente al enemigo y confiar en su destreza y en la devoción de sus amigos.

El tercer precepto de la ética caballeresca ya había sido mencionado algunos párrafos atrás, es la liberalidad, la largueza, es decir, la obligación del caballero de dar con generosidad, de conservar nada para sí, de derrochar para alegrar el corazón de los que ama, y de ser admirado por ello. Y el cuarto principio, según Duby, es el de ganar el amor de las damas, es decir, la cortesía.

Así, tanto Guillermo como Eomer deben dejar de lado cualquier malestar o muestra de orgullo que las acciones de sus señores pudieron generar en sus corazones y continuar sirviéndoles en la distancia, hasta que tengan la oportunidad de demostrar su inocencia o resarcir su error. Guillermo logra recuperar el amor de Enrique en una corte plenaria en Caen, a la que acude para retar a quienes lo han injuriado y así recuperar su honor. Nadie sale a su encuentro y, por tanto, la mancha desaparece.

Eomer, por su parte, debe esperar a que sea Gandalf, el mago, el aleje las sospechas y pesares con las que el consejero del rey ha envenenado su corazón, y cuando este es nuevamente consciente, recibe de la mano de su sobrino la espada que por tanto tiempo estuvo guardada, y olvida la falsa ofensa que Eomer había cometido.

Un último elemento clave de la caballería puede resaltarse en ambas figuras, y es el matrimonio como establecimiento del caballero, como el momento en que debe dejar las andanzas y el constante vagar para conformar una familia y heredar. Esta práctica también se relaciona con el ascenso social pues, son las mujeres las que poseen las herencias, las que otorgan el nivel; por ello los caballeros buscan el favor del rey para que este les otorgue en matrimonio a alguna heredera rica y de linaje que pueda hacerlos señores de su propia tierra. Guillermo, ya mayor, se casa con Isabel de Istringuil, diecisiete años menor que él, y poseedora de una enorme fortuna, con la que engendra cinco hijas y cinco hijos.

Eomer, quien luego de la muerte de su primo y su tío es coronado rey de Rohan, contrae nupcias con Lothíriel, hija del príncipe Imrahil de Dol Amroth, fortaleciendo la alianza que, desde los días de Eorl y Cirión, existe entre Gondor, tierra del rey Elessar, artífice de la boda, y su reino. Eomer engendra un hijo, Elfwine el Hermoso, y gobierna durante sesenta y cinco años.

Bibliografía

            Duby, Georges, Guillermo el Mariscal, Alianza Editorial, Madrid, 1984, Pp. 175
Fernández Menéndez, Mª Gloria, Periam González,  Enrique G., “The Lord of the Rings: Influencias de la mitología y literatura medieval en Tolkien”, España. http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/04/litmed.asp
Tolkien, J.R.R., Apéndices. El Señor de los Anillos, Ediciones Minotauro, Barcelona, 2002, P. 176
Tolkien, J.R.R., El Señor de los Anillos. La comunidad del anillo, Ediciones Minotauro, Barcelona, 2006, Pp. 566
Tolkien, J.R.R., El Señor de los Anillos. Las Dos Torres, Ediciones Minotauro, Barcelona, 2006, Pp. 476
Tolkien, J.R.R., El Señor de los Anillos. El retorno del rey, Ediciones Minotauro, Barcelona, 2006, Pp. 414
Tolkien, J.R.R., Las Cartas de J.R.R. Tolkien, Ediciones Minotauro, Barcelona, 1993. Versión Digital, Pp. 663
The Chain’s book. An encyclopedia of Middle-earth and Númenór.  http://www.tuckborough.net/eomer.html
The Encyclopedia of Arda. http://www.glyphweb.com/arda/e/eomer.html


[1] Tolkien, J.R.R., “Carta 165. A la Houghton Mifflin Co.”, en: Las Cartas de J.R.R. Tolkien,  Ediciones Minotauro, Barcelona, 1993. Versión Digital, P. 333
[2] Fernández Menéndez, Mª Gloria, Periam González,  Enrique G., “The Lord of the Rings: Influencias de la mitología y literatura medieval en Tolkien”, España. http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/04/litmed.asp
[3] Tolkien, Op. Cit., “Carta 183. Notas sobre la crítica de El Retorno del Rey de W. H. Auden”, Pp. 363-364
[4] Tolkien, J.R.R., El Señor de los Anillos. Las Dos Torres, Ediciones Minotauro, Barcelona, 2006, P. 385