Powered By Blogger

miércoles, 15 de junio de 2011

Derechos del Lector por Daniel Pennac

 Hace unos días, mientras repasaba con mi abuela los libros que tenemos en lista de espera, encontré un viejo separador que alguna vez me regalaron en la Alianza Colombo Francesa y que contiene el listado de los derechos del lector. Este decálogo, descrito por Daniel Pennac en su obra Como una novela, es una perfecta declaración de libertad y goce literario, y es una bofetada a aquellos que pretenden convertir el placer de la lectura en un detestable deber. Así pues, comparto con ustedes los Derechos del Lector y los invito a hacerles eco para que todos los lectores del mundo los puedan conocer.

Derechos del Lector por Daniel Pennac

1. Derecho a no leer.
2. Derecho a saltarnos páginas.
3. Derecho a no terminar un libro.
4. Derecho a releer.
5. Derecho a leer cualquier cosa.
6. Derecho al bovarismo[1].
7. Derecho a leer en cualquier sitio.
8. Derecho a hojear.
9. Derecho a leer en voz alta.
10. Derecho a callarnos.


[1] Se entiende por bovarismo el estado de insatisfacción crónica de una persona, producido por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones (a menudo desproporcionadas respecto a sus propias posibilidades) y la realidad, que suele frustrarlas. Deriva de la famosa novela de Gustave Flaubert Madame Bovary y el término fue introducido por el filósofo francés Jules de Gaultier, antes del advenimiento de Freud y del psicoanálisis. http://es.wikipedia.org/wiki/Jules_de_Gaultier

sábado, 28 de mayo de 2011

De la Moira y Loevenbruck

Hace algunos meses el Círculo de Lectores ofreció a sus suscriptores una interesante trilogía de literatura juvenil, algo sobre una loba y una niña cuyos destinos estaban conectados por los designios de la Moira, y cuyas intenciones no parecían demasiado buenas con este par de personajes. Dado que por aquel entonces el Círculo se había olvidado de mi existencia (¬¬), Gustavo se arriesgó a adquirir tan singular colección, un libro por bimestre, para dejarlos por ahí, en algún lugar de su biblioteca, casi abandonados, superados por cuatro títulos de las crónicas vampíricas que acechaban sin tregua a cualquier lector desprevenido que osara acercarse... hasta que llegué yo xD.

"La niña y la loba", "La guerra de los lobos" y "La noche de la loba" son los títulos que componen la llamada Trilogía de la Moira, libros escritos por Henri Lœvenbruck, un francés apasionado por la música y la literatura, y quien, según expertos, ha sabido romper con la hegemonía anglosajona de la literatura fantástica. Yo, sin embargo, no me atrevo a realizar semejante aseveración, ¡es tanto lo que he leído y tan poco lo que sé al respecto! Pero dejemos de darle vueltas al asunto y vayamos al grano: hablemos de La Trilogía.

Debo reconocer que me acerqué a los libros sin mucha expectativa; la sinopsis del primer libro es tan simple, tan vaga, que pareciera hacer sido escrita para ahuyentar al lector, no para atraerlo, pero como estaba algo agotada de leer sobre vampiros me atreví a adentrarme en ese particular mundo que la trilogía me presentaba... ¡y no imaginan la tan agradable sorpresa que me he llevado!

La historia habla de Alea, una niña huérfana de 13 años que vive en una tranquila (aburrida) ciudad ubicada al norte de la isla de Gaelia; sin embargo, por casualidades de la vida (o tal vez por cuestiones del destino), un extraño descubrimiento la lleva a convertirse en depositaria de un singular poder, y le acarreará una serie de enormes problemas y aventuras inesperadas, así como el cumplimiento de una labor cuya razón y finalidad deben buscarse a lo largo del camino.

Quisiera hablarles más de la trama pero acabaría destrozando la historia, que es demasiado susceptible a los spoilers, y no es esa mi intención, así que, se quedan iniciados xD, pero puedo contarles otras tantas cositas que pueden ayudarlos a decidirse si leer o no esta trilogía, y una de ellas es que el final es excelente.

Los volúmenes de esta saga no son largos, tienen entre 280 y 290 páginas cada uno, al menos en la colección publicada por la editorial española TimunMas, cosa que los hace aptos para ser llevados a todos lados, y ser devorados en cualquier ratito que nos quede libre. Sobre el estilo narrativo, el autor se vale de las historias paralelas, de descripciones de hechos que ocurren simultáneamente en espacios diferentes o con personajes diversos, pero lo hace de manera tal que el salto entre uno y otro no es difícil de seguir (cosa que me ha ocurrido con otros libros), lo que permite el lector tener una idea global de lo que sucede en la isla sin perderse en el intento.


Los personajes, por su parte, están agradablemente descritos y desarrollados aunque, a mi parecer, no son tan "grises", no poseen tantos contrastes como me hubiese gustado, los buenos son buenos y los malos son malos, y hay pocos puntos intermedios en sus acciones o palabras. Aun así, son fáciles de amar u odiar, de generar lástima o temor, de hacernos llorar o reír a carcajadas. Mi preferido: el enano Mjolln.

Para finalizar quiero señalar dos de las cosas que más me llamaron la atención en los textos; la primera es la dedicación que el autor pone en las descripciones culinarias. Si, como lo leen, Lœvenbruck no se limita a nombrar los platos que ingieren los personajes, llega incluso a enumerar los ingredientes y a darte una versión corta de la receta, y es todo un deleite para la imaginación. La segunda particularidad también se relaciona con la capacidad descriptiva, pero esta vez de los combates y luchas. Al principio, en el primer libro, el detalle de las heridas me causaba un poquito de impresión, pero al avanzar en el tercer tomo me descubrí, innumerables veces, haciendo gestos de asco total frente a la crudeza de las descripciones. Sangre, entrañas, cabezas y demás son meticulosamente enumeradas por el autor, una y otra vez, durante las batallas.

Entonces, resumamos, ¿Qué calificación puedo darle a la trilogía? sin duda le daré un 7.8 sobre 10.

PD: Una última cosita. No considero que sea taaaaaaaan juvenil, es apta para todo público mayor de 15 años ^_^

viernes, 25 de febrero de 2011

Ser flaca no es tan lindo

Para muchos, el título de esta entrada puede ser una completa herejía pero no es más que una verdad absoluta: ser una persona flaca no es tan lindo como lo hacen parecer. ¿Exagero? Lo dudo bastante; llevo 27 años siendo flaca y sé muy bien de lo que hablo, ya verán por qué.
Primero, hablemos de moda. ¿Han intentado encontrar un vestido (traje, en el caso de los hombres) que les quede bien? Estoy segura que todas las personas hemos tenido que pasar por esa tortura pero ¿tienen idea de lo frustrante que resulta ver que nada, ni la talla más pequeña, te queda? Siempre sobra tela por alguna parte y acabas viéndote más flaca de lo que realmente eres.

Aquí, alguno de ustedes dirá “bueno, debes buscar algo que vaya con tu cuerpo”, lo cual suena simple pero no lo es. ¿Alguno ha leído los consejos para vestir según el tipo de cuerpo? Pues yo empiezo a creer que esas guías, al menos las que se relacionan con las personas flacas, fueron hechas para echarnos en cara nuestra delgadez y hacernos ver peor de lo que alguna vez imaginamos. A ver ¿cómo es posible que una mini ceñida nos favorezca o que vernos como si lleváramos todo el armario encima luce bien? Jódanse, expertos en moda, ¡por muy flacas que seamos NO TODO nos sienta bien!! ¬¬

En fin, supongamos que, por misterios de la vida, logras hacerte con toda la ropa linda y favorecedora que existe en el mundo, y vas por ahí, feliz, a encontrarte con algún familiar, amigo y/o compañero, segura de aparentar unos kilitos de más y parecer una mujer del común, cuando la crueldad ajena se hace presente: “¡estás tan flaca!!”. A veces no sé cómo reaccionar, lo admito, no sé si llorar, gritar, enojarme o deprimirme, pero toda esa seguridad que habías logrado con tanto esfuerzo se derrumba estrepitosamente, dejándote ahí, totalmente indefensa, frente a la crítica despiadada.

Algunos dirán que no le ven nada de malo a un comentario tan simple o, peor aún, que sólo pretendían ayudarnos a notar nuestro bajo peso pero ¡Lo sabemos! (Al menos los que somos flacos por constitución y no por opción), no tienen que recordárnoslo cada cinco minutos, usualmente dichos en un tono no muy alentador, ni rematar con frases como “¿es que no comes bien?” o “yo sé de un medicamento que abre el apetito” ¬¬.

En mi caso, no sé si están enterados, mi bajo peso se debe a una condición metabólica, no estoy enferma, no como poco (Gustavo y demás personas cercanas pueden dar cuenta de eso xD), no sufro de desórdenes alimenticios… sólo soy así y no ha existido, hasta ahora, poder humano que me haga ganar (y mantener) peso.

Imagino que habrá quienes consideren que mi queja no tiene fundamento y que son los gorditos los que sufren de verdadera discriminación, pero no es cierto, nosotros también la sufrimos, y echarle en cara a una persona flaca (y sin desórdenes alimenticios) que su peso no es una ayuda; los comentarios pueden parecer bien intencionados, no obstante, dichos de forma incorrecta, hacen muchísimo más daño de lo que pueden llegar a imaginar.
Así que, la próxima vez que hagan esa crítica, piensen bien cómo deben hacerla.

PD: Me saca de quicio que digan que “las mujeres de verdad tienen curvas” ¿y es que nosotras, las flaquitas originales, somos de mentiras??? ¬¬